24. 10 errores frecuentes (y cómo evitarlos) (parte 2)
🔹 6. Elegir mal el tipo de estudio o no justificarlo
Uno de los errores metodológicos más comunes (y costosos) es elegir un tipo de estudio que no se ajusta al problema planteado, a los objetivos o a los recursos disponibles. Algunos estudiantes escogen el enfoque solo porque “suena más académico”, porque “así lo hicieron otros” o porque “así lo pide el asesor”, sin comprender realmente qué implica.
❌ ¿Qué pasa si te equivocas aquí?

- Tu recolección de datos será confusa, irrelevante o directamente inviable.
- El análisis no responderá tu pregunta de investigación.
- Tus objetivos no se cumplirán con el diseño propuesto.
- Los evaluadores notarán la falta de coherencia, y podrías tener que reescribir todo el protocolo.
✅ ¿Cómo evitar este error?
- Parte de tus objetivos específicos:
- Si quieres medir, comparar o establecer relaciones, probablemente necesitas un estudio cuantitativo.
- Si deseas explorar, comprender experiencias o analizar discursos, lo más adecuado será un enfoque cualitativo.
- Si necesitas ambas dimensiones, considera un enfoque mixto.
- Si no vas a recolectar datos sino a analizar información existente, puedes optar por un estudio documental.
- Justifica siempre tu elección:
- No basta con decir “será cuantitativo”: explica por qué es el mejor enfoque para tu problema, qué variables medirás y cómo.
- Si haces un estudio cualitativo, explica el valor del enfoque interpretativo y cómo lo aplicarás.
- Pide ayuda (¡e incluso a la IA!):
- Puedes usar un prompt como: “¿Qué tipo de estudio se sugiere si mi objetivo es analizar percepciones sobre X en estudiantes de Y?”
- Revisa las sugerencias, valídalas con tu asesor/a, y sobre todo, asegúrate de entender lo que estás proponiendo.
Recuerda: la metodología no es un relleno técnico, es el corazón operativo de tu proyecto. Elegir bien y justificarlo con lógica es clave para todo lo que viene después.
🔹 7. Redactar sin revisar ni cuidar el estilo académico
Después de tanto trabajo de investigación, delimitación y análisis, llega el momento de escribir el documento… y aquí es donde muchos tropiezan. La redacción apresurada, sin planificación ni revisión, puede hacer que un buen proyecto pierda fuerza, claridad o incluso credibilidad.
❌ ¿Qué puede salir mal?

- Frases largas, confusas o redundantes que dificultan la comprensión.
- Tono inadecuado: demasiado informal o, por el contrario, artificialmente complejo.
- Problemas de puntuación, ortografía o concordancia que afectan la lectura.
- Uso incorrecto de conectores, citas mal integradas o estructura incoherente.
✅ ¿Cómo evitarlo?
- Redacta por etapas: no intentes escribir todo perfecto de una vez. Comienza con un borrador claro (aunque imperfecto) y luego mejora.
- Cuidado con el estilo académico: no se trata de sonar complicado, sino de ser preciso, claro y formal. Usa un lenguaje técnico solo cuando sea necesario y evita adornos innecesarios.
- Lee en voz alta: es una técnica sencilla pero efectiva para identificar frases enredadas o ideas mal conectadas.
- Pide retroalimentación a alguien de confianza: otro par de ojos puede detectar errores que tú ya no ves.
- Revisa con herramientas tecnológicas:
- LanguageTool o Grammarly te ayudarán a detectar errores gramaticales y sugerir mejoras de estilo.
- DeepL Write ofrece reformulaciones más naturales y elegantes.
- IA como ChatGPT puede ayudarte a revisar claridad, cohesión y sugerirte versiones alternativas (pero recuerda: siempre con tu criterio y voz propia).
👉 Tip final: deja descansar el texto uno o dos días antes de la revisión final. Con mente fresca, verás lo que antes pasabas por alto.
Escribir bien no es un lujo: es lo que transforma tu proyecto en una obra comprensible, sólida y profesional.
🔹 8. Subestimar el cronograma (o no tener uno)
Muchos estudiantes se enfocan en entender el tema, definir la metodología o redactar el marco teórico… pero dejan de lado la planificación del tiempo. Este es uno de los errores más comunes y, a la vez, más costosos.
❌ ¿Qué pasa si no tienes un cronograma realista?
- Comienzas con motivación, pero pierdes el control del avance.
- Subestimas el tiempo necesario para buscar bibliografía, analizar datos o corregir borradores.
- Llegas al final con prisas, agotamiento y sin espacio para revisar o mejorar.
- El estrés y la ansiedad aumentan innecesariamente.

✅ ¿Cómo evitarlo?
- Divide tu proyecto en etapas claras: por ejemplo, revisión bibliográfica, diseño metodológico, recolección de datos, análisis, redacción, revisión, presentación.
- Asigna tiempos realistas, considerando tu disponibilidad, ritmo personal y otros compromisos académicos o laborales.
- No te sobrecargues: es mejor avanzar de forma constante que intentar hacerlo todo en una semana.
- Usa herramientas digitales:
- Trello: para gestionar tareas por fases, con fechas y listas de pendientes.
- Notion: para organizar avances, cronogramas, ideas y recordatorios en un solo espacio.
- Canva: para crear una línea de tiempo visual con plantillas fáciles de editar.
- Sé flexible pero comprometido/a: tu cronograma no es una cárcel, pero sí una brújula. Puedes ajustarlo… pero no ignorarlo.
👉 Tip final: incluye tiempo para imprevistos. Siempre pasa algo (una enfermedad, una entrega inesperada, una falla técnica). Tener margen te dará paz mental.
Planificar bien tu tiempo no solo te ayuda a entregar a tiempo. También mejora tu calidad de vida y el resultado final de tu trabajo.
🔹 9. Olvidar los aspectos éticos
Uno de los errores más subestimados —y más graves— es no considerar los aspectos éticos desde el inicio del proyecto. Muchos estudiantes creen que la ética es un simple requisito burocrático o un formulario de último momento, pero en realidad, es un componente esencial de toda investigación responsable.

❌ ¿Qué puede pasar si descuidas la ética en tu proyecto?
- Tu protocolo puede ser rechazado por la institución o comité evaluador.
- Puedes invalidar los resultados si los datos se obtuvieron sin consentimiento o sin respetar la confidencialidad.
- Podrías enfrentar sanciones académicas, especialmente si no garantizas el anonimato, usas datos sensibles sin cuidado o manipulas información.
- Generas desconfianza entre los participantes y dañas la reputación de tu trabajo y de tu institución.
✅ ¿Qué debes hacer para evitar este error?
- Incluye desde el inicio una sección de aspectos éticos en tu protocolo, aunque tu estudio sea pequeño o sin interacción directa con personas.
- Elabora un consentimiento informado claro y sencillo, que explique:
- Propósito del estudio
- Procedimiento
- Posibles riesgos o beneficios
- Garantía de confidencialidad
- Derecho a retirarse en cualquier momento
- Adapta el consentimiento si trabajas con menores, personas con discapacidad, o comunidades vulnerables.
- Declara las limitaciones éticas o logísticas si tu estudio tiene restricciones particulares.
- Evita la manipulación de datos, el plagio o la omisión de resultados “incómodos”.
- Consulta la normativa institucional o las guías de ética en investigación de tu país o universidad.
👉 Tip final: puedes usar plantillas institucionales o generar borradores de consentimiento con ayuda de IA (como ChatGPT), pero revisa siempre con tu asesor y ajusta según tu contexto real.
Un proyecto ético no solo cumple con los requisitos. Muestra que investigas con respeto, conciencia y responsabilidad.
🔹 10. No pedir ayuda o creer que tienes que hacerlo todo solo/a
Una de las trampas más comunes —y silenciosas— en la elaboración de una tesis o proyecto final es creer que debes resolverlo todo por tu cuenta. Esta creencia se alimenta de la presión académica, la idea errónea de que “si pido ayuda es porque no soy capaz”, o simplemente del desconocimiento de que existen recursos y personas dispuestas a acompañarte.

❌ ¿Qué pasa si no pides ayuda?
- Te sientes abrumado/a, incluso antes de avanzar.
- Cometes errores evitables por no consultar a tiempo.
- Procrastinas o te bloqueas por miedo a “hacerlo mal”.
- Llegas agotado/a al final del proceso, sin haber disfrutado ni aprendido tanto como podrías.
✅ ¿Qué puedes hacer en su lugar?
- Acércate a tu asesor desde el inicio: no solo para corregirte, sino para guiarte. Lleva dudas concretas y propuestas para avanzar.
- Busca apoyo entre tus compañeros: compartir avances, frustraciones y estrategias puede aliviar la carga y darte nuevas ideas.
- Consulta los recursos institucionales: muchas universidades ofrecen talleres, tutorías, bibliotecas digitales y guías metodológicas gratuitas.
- Usa herramientas tecnológicas e inteligencia artificial con criterio: no para que hagan el trabajo por ti, sino para organizar, redactar, revisar y planificar de forma más clara.
- Reconoce que pedir ayuda es parte del aprendizaje. La tesis no es una prueba de soledad, sino un ejercicio de construcción guiada de conocimiento.
👉 Tip final: crea una pequeña red de apoyo (asesor, colega, IA, herramientas digitales) y confía en ella. Pedir ayuda no te quita mérito. Te da perspectiva, energía… y mayores posibilidades de terminar tu trabajo con éxito.
🔸 Cierre / reflexión final
Cometer errores no te hace mal estudiante; evitarlos conscientemente te convierte en un estudiante estratégico. Saber cuáles son las trampas más comunes en un proyecto académico —y cómo esquivarlas— te da una ventaja enorme sobre la improvisación y el caos.
No necesitas una tesis perfecta. Lo que necesitas es un trabajo honesto, coherente, bien planteado y entregado con cuidado. Eso ya te pone en un nivel mucho más alto que simplemente “cumplir con el requisito”.
Y si esta serie te acompañó en el proceso, compártela con alguien más. A lo mejor ese compañero que está bloqueado con el tema, o esa amiga que no sabe cómo empezar. Porque ahora tú ya no estás en el punto de partida. Ya sabes por dónde ir… y también cómo no perderte en el camino.
¡Vamos al siguiente paso!
Comentarios recientes